El texto literario de F. A. Díez González, “San Fructuoso y su tiempo”, describe los pensamientos e ideales de San Isidoro de Sevilla, en el siglo VII, sobre la educación que se impartía en la época.
Comienza dando una pequeña introducción sobre el programa llevado a cabo por San Isidoro, argumentando los puntos que debían implantarse en ella, y relacionándolos con uno de los reyes godos más importantes, Fructuoso.
Como ideas principales del texto, destacaría, la función que San Isidoro defiende de la educación, las etapas por las que atraviesa el niño, desde que nace hasta que recibe una educación procedente del pedagogo, el papel que este ejerce, la ocupación en el aula escolar, los métodos y procedimientos de enseñanza, y por último, la metodología que utiliza. Todo esto, según el ámbito educativo, ya que después, se centra en la vida de San Isidoro, y en lo que él pensaba que se debía de enseñar para conseguir que una persona fuera un autentico ciudadano. Siendo por último, remarcado con la figura de Fructuoso.
Por lo tanto, San Isidoro, planteó un programa educativo destinado a aquellas familias acomodadas pertenecientes a la nobleza. Alegaba que la educación de un niño comenzaba desde que nacía, a cargo de la nodriza de este, hasta que empezaba a hablar, que la educación pasaba a estar en manos de un pedagogo, encargado de su aprendizaje. Un pedagogo se encargaba de que el niño establezca un buen comportamiento, enseñándoles a manifestar pudor, sencillez y limpieza del alma, mediante su conducta, haciendo que corrijan los andares pretenciosos, y que anden con equilibrio y gravedad, ni pesado ni nervioso.
La función de la enseñanza en la época, era la de preparar al clero para la Iglesia (educación basada en la religión), y también, en formar a guerreros y gobernantes, para que establezcan el orden en la Patria.
En el aula, el maestro se sienta en una silla o taburete, mientras que los niños se sientan en el suelo, alrededor de este. Allí aprendían cálculo (deletrear el alfabeto), mediante la técnica que el profesor utilizaba, de presentar los signos grabados en piedras (también llamadas cálculos), para que así el alumno, pudiera reproducirlos en su tabla de cera con el punzón (o estaquiello). Una vez grabados los símbolos en las tablas, los alumnos ayudados por el maestro, formaban las sílabas, y después las palabras, y así, adquirían el vocabulario.
La memoria, en esta época, es un factor clave para el aprendizaje de los niños, ya que el maestro repetía todas las frases, las veces necesarias, para que los alumnos las aprendieran. Hoy en día, esta metodología, no sería del todo válida para el aprendizaje, y no es aconsejable, bajo mi punto de vista; aunque hay docentes que no opinan lo mismo. Por otro lado, todos los maestros seguían el mismo procedimiento con los alumnos, leer el contenido correspondiente, explicarlo, y luego, contestar a las dudas de los alumnos. Este ejemplo, sí es muy utilizado hoy en día en nuestro ámbito educativo.
Para San Isidoro es muy importante saber leer correctamente, por ello, para él, es imprescindible que los niños sepan colocar los acentos correctamente, ya que provocan que se lean las palabras de manera errónea y que incluso, se induzcan al error. Los alumnos deben educar su voz, para que sea agradable y varonil, ya que sólo estudiaban los hombres; y que aprendan a leer, sin mover el cuerpo, ni balancear la cabeza y sin hacer ruidos, ya que la lectura era una actividad muy recomendada e importante (matiz que durante toda la historia, se ha ido transmitiendo de generación en generación, y que hoy en día se sigue pensando).
San Isidoro era un enamorado de la música, ya que para él, esta es totalizadora y nada se puede concebir sin ella. Defendía que en las escuelas se tenían que impartir esta asignatura, para que el niño aprendiera a cantar y a modular la voz. Los niños que estaban destinados a las labores religiosas, aprendía el "Antifonario Litúrgico", y los alumnos que iban destinados a la Patria, los seglares, aprendían canciones guerreras.
El sistema isidoriano en la educación física, consistía en el adiestramiento del cuerpo. Los alumnos debían ejercitar sus músculos para hacerlos más fuertes y flexibles; cuerpos viriles para los jóvenes godos, que puedan ganar con astucia a los “zorros”, y con fuerza a los “toros”. Con el entrenamiento del cuerpo se consigue la resistencia, la fortaleza, la maduración del propio individuo y la belleza corporal.
En el “Método de educación de un joven príncipe”, se indican cuales deben ser las disciplinas que se deben impartir para educar a los jóvenes, como buenos ciudadanos. Estas son la gramática, la dialéctica, las Escrituras Sagradas, las leyes, la aritmética, la filosofía, la medicina, la música, la geometría y la astronomía.
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